El peligro de los nuevos movimientos

Sabía yo que se podía liar. Cuando tocas el tema movimientos y parroquia siempre saltan chispas. Es decir, que no es tema para nada baladí.

Comienzo con algunos matices:
Matiz uno. Nada tengo en contra de movimiento alguno. El Santo Padre los muestra como una bendición para el momento presente de la Iglesia y servidor no tiene más que añadir.

Matiz dos. La Iglesia ha vivido sin movimientos creo que diecinueve siglos, sin más espiritualidades digamos con apellido que las órdenes terceras. Y no han faltado santos, ni apostolado, ni caridad, ni anuncio del evangelio hasta los confines de la tierra.

Matiz tres. Dios me libre de ridiculizar a esa legión de voluntarios que hacen que las parroquias vivan. Mi admiración por todos ellos. Sí digo, e insisto en ello, que creo que no respetamos ni valoramos suficientemente a los parroquianos a secas. Un ejemplo: domingo por la tarde, retiro de catequistas. Deciden acabarlo incorporándose a la misa vespertina, rezada cada domingo. Pero como están los catequistas, la gente que viene a misa se encuentra que es cantada, con moniciones, testimonios y ofrendas especiales. Pues bien está el testimonio, pero podemos comprender que los de todos los domingos no se sientan respetados. Unos cuantos catequistas deciden cómo ha de ser ese domingo la misa vespertina a la que tal vez asistan cien o doscientas personas sin preguntar qué piensan.

Y ahora voy al asunto.

He de reconocer que ayer algunos comentarios en Infocatólica me dejaron muy mal sabor de boca. José Ángel Antonio arrasó con toda la vida parroquial, llegando a afirmar que no es comunidad porque la gente no se conoce por el nombre. ¿Qué pasa, que cuando el papa celebra misa y hay miles de asistentes eso no es comunidad? Impresionante lo de los pobres: lo metes en tu casa SI ES DE TU COMUNIDAD. Terrible. Y si no es… a la parroquia, claro. No sé cómo calificar que a un sacerdote, al párroco, se refiera como “dispensador de sacramentos”, para acabar afirmando que el parroquiano a secas quizá se salve, pero que no evangelizará.
Norberto afirma que sin el apellido de un movimiento concreto no hay espiritualidad, sólo actividades parroquiales.

Alexandre no se corta un pelo al afirmar que “fuera de los movimientos poca gente -no ninguna, pero sin duda menos- se confiesa, comulga apropiadamente,…, y asume al 100% la doctrina de la Iglesia.

Varias veces he leído que claro, que el problema es que las parroquias no son perfectas, que tienen muchas lagunas…

El gran peligro de los movimientos es justamente esto. Creerse que son la esencia de la fidelidad, la comunidad, el evangelio y el compromiso, mientras que las parroquias atienden como pueden a los que van, que no son más que una masa y muchas veces de viejas desocupadas.
Recuerdo en una ocasión que yo hablaba con alguien perteneciente a unas comunidades especiales (no neocatecumenales, no haya confusión) que celebraban siempre la misa dominical solos, como grupo. Al preguntar que por qué no se incorporaban a las misas parroquiales me dijeron que “teniendo café ellos, no se iban a conformar con malta”.

Este es el gran riesgo que veo en los movimientos, y que ayer se reflejó en varios de los comentarios vertidos en el post.

¿Otros peligros? Se han apuntado. Por ejemplo la división: “Sí. Existen “parroquianos a secas” y “parroquianos de movimientos». Pero todos parroquianos. O, si no, andamos divididos. ¡¡Y cuántas parroquias divididas!! (la mía, sin ir más lejos). Por ejemplo, el que el movimiento no esté de acuerdo con el párroco y se vaya a otra parte dejando todo en el aire. Que también pasa. Pero estas cosas son ya digamos de funcionamiento.

A mí lo que me ha impresionado de verdad es eso de ser católicos de dos clases: los que están en grupos y movimientos y los parias de parroquia. Si en los nuevos movimientos se piensa así… me parece muy peligroso.

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18 respuestas a El peligro de los nuevos movimientos

  1. Alberto dijo:

    Me acuerdo de uno que en la JMJ me preguntó (con buena intención) si iba con escolápios, catecumenales, cursillos… a lo que le respondí: «No, yo no vengo con nadie, soy católico raso».

  2. "abrazados a la VERDAD" dijo:

    Yo digo que para ser cristiano no basta solo con ir a Misa los Domingos.
    Deberíamos hablar de porcentajes. Por ejemplo, entre cristianos que pertenecen a movimientos y cristianos que NO pertenecen a ningún movimiento, ¿dónde se ve un mayor porcentaje con respecto a la apertura a la vida o al no uso de anticonceptivos o a estar en contra del aborto?
    Las conciencias de Misa dominical suelen estar un poquito anestesiadas (confío en su inteligencia, esto es, no todos los de Misa dominical son así, ni todos los que pertenecen a movimientos son santos, pero a la hora de cotejar porcentajes…).
    Saludos!

  3. Javier dijo:

    Pasan los siglos y seguimos como San Pedro y San Pablo, unos tirando de doctrina, otros de los gentiles… pero la Iglesia por ser universal, se mantiene. Espiritualidades, movimientos, congregaciones, católicos, protestantes, metodistas, etc…
    El día que nos creamos de verdad que lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa, conseguiremos el Reino y lo demás vendrá por añadidura.

  4. LordNeo dijo:

    Yo soy parroquiano raso. Y muy orgulloso de ello.

    Me parecen maravillosos los movimientos de nuevo cuño que están reinyectando vida a la iglesia, pero concuerdo totalmente con que esa sensación de superioridad que algunos tienen es peligrosísima. Ejemplo: comentando sobre las actividades de la parroquia un par de chavales de mi edad de un movimiento concreto comentó que el hecho de que la catequesis de niños no estuviese en manos de ningún movimiento le parecía «fatal».

    Pues bien, en mi humilde opinión el primer «movimiento» dentro de la Iglesia fue la división parroquial que luego acabó institucionalizándose. ¿Y tú de quién eres? Yo de Cristo y su Esposa, lo demás son llamadas personales que no son -deberían ser- sino distintas expresiones de lo mismo.

    Y también hago constar de gente de movimientos -un compañero en la facultad de los kikos- que son de un exquisito intachable en el comportamiento. De hecho tardé un tiempo en saber que pertenecía a los neocatecumenales.

    Así que que mi comentario no se vea como lo que no es, una crítica a los nuevos movimientos eclesiales (a los que respeto y admiro mucho) y si a cierto comportamiento que no es escaso dentro de sus filas y que, en mi humilde opinión, deberían corregir antes de que provoque mucho daño.

    Un saludo.

  5. Blanca dijo:

    Saludos, Jorge,
    ¡¡Menudo lío hay en el enlace del Blog que nos indicas!! De Infocatólica.

    Yo, en estos momentos de mi vida soy una fiel, de mi parroquia, sin apellido ninguno.

    Hubo un momento que necesitaba una Comunidad, y busqué, encontrando un Movimiento, en el que tuve que hacer unas Catequesis. Fueron 2 meses estresantes porque iba a casa tardísimo….Hubo una Convivencia de fin de semana para terminar las Catequesis y quedar incorporado a una Comunidad….Ahí terminó mí relación con dicho Movimiento. No me gustaron muchas cosas que no voy a explicar.

    Me seguía notando como con necesidad de un Grupo y mi búsqueda continuó hasta encontrar otro, donde durante años he sido feliz con los hermanos, con la Comunidad, con la Oración, con los Retiros, con todo…Me parecía que la fe en solitario languidece…
    Llegó el momento en que por razones de obligaciones familiares no podía seguir frecuentando la Comunidad. Se salía tarde, para mí de la Oración. Los retiros de fin de semana me eran imposibles….No dejé de pertenecer….Hablé con los dirigentes y les expliqué mi caso. El Consiliario Diocesano, fallecido recientemente, me dijo que cumpliese con mis obligaciones, que no dejaba de haber recibido muchas gracias y formación y que seguía perteneciendo aunque no pudiese asistir…
    Ahora, tengo la suerte de vivir al lado de mi parroquia y de que hay un Grupo de Lectura Orante a las 4,30 de la tarde….Y ya es el tercer año que voy. Estoy contenta. Necesito un grupo para vivir la fe en contacto con otros y no tengo ningún compromiso con lo que no desatiendo mis obligaciones familiares.

    No quiero dar nombres….Pero he vivido y también presenciado, como hay gente que al dejar un Movimiento herido y disgustado….Después de años y hasta les han negado el saludo y la amistad, los que antes se llamaban hermanos y ha quedado en la más absoluta soledad en cuanto a amistades cuando más lo necesitaba…

    Y la casualidad quiso que viniese al 2º Movimiento donde permanecí hasta que mis obligaciones me han alejado un poco, pero que no lo he dejado. (Me avisan en funerales y cosas importantes por si puedo ir….) Y pude oír de sus propios labios, como me decían: “Aquí no intentan cambiarte la vida, no hay misterios, no pierdes la libertad, no te piden nada, se da lo que se quiere buenamente y sino nada y no pasa nada”….

    Lo que sí insisto es que hay que permanecer unido a un GRUPO, auque sea simplemente de amigos de la parroquia, sin estatutos, ni dirigentes, pero unidos para orar y vivir la fe…De lo contrario nos enfriamos si nos conformamos con la Misa dominical y …Nada más.

    Importante el tema que has tocado hoy….
    Un abrazo
    http://www.isladesentimientos.es/

  6. J. Ronaldo de la Roca dijo:

    Una píldora para la discusión: en mi parroquia ocurre una situación «curiosa»: un par de estos grupos se reúne en la parroquia (en alguno de los salones parroquiales), utilizando la misma como una especie de «base de operaciones». Pero no les interesa integrar el Consejo Parroquial, desconocen el Plan Pastoral parroquial, no están integrados a ninguna de las pastorales; ergo, no participan de la vida parroquial. El cura, un «buenazo», los deja estar. ¿Será correcto (eclesial) ésto?

  7. Me encantan los «movimientos cristianos» y creo que son útiles. Pienso que solo el párroco es el que debe dirigir esos movimientos. Los parrocos son los adelantados primeros de todo el testimonio de Cristo. Me parece bien siempre que deleguen en los dirigentes y estos no caigan en la tentación der pretendewr ser más que los demás.En CRisto Jesús no hay ni judío ni gentil, sino que todos somos redimidos por la sangre de Jesucristo mediante la obediencia y la piedad.
    Tampoco yo soy un teólogo. Pero doy mi opinión, como el que también proclama públicamente y con nombre y apellidos la resurrección de Jesús.

  8. P. Albrit dijo:

    Don Jorge, muy de acuerdo con usted. Yo creo que no ha dicho ningún disparate, sino lo que es verdad. ¿Qué haría yo sin mis católicas rasas? Pues cerrar las parroquias, y como yo, todos los curas rurales.
    Don Francisco Cerro nos dijo una vez (no son palabras textuales): si un católico de movimientos te dice que lo suyo es lo mejor, normal; sería raro que estuviera en un grupo sin creer que es lo mejor (subjetivamente). Si te dice que es lo único que vale, ah, amigo… ¡sal corriendo!

  9. Susana dijo:

    Algunos movimientos me producen una sensación muy mala. Me temo que realmente se creen en posesión de la verdad. Jesús nos dijo que somos parte de un mismo cuerpo y Cristo es la cabeza. Nadie debería sentirse más importante que el resto. Un beso.

  10. Ana azul dijo:

    Me reafirmo en lo que he dicho ya varias veces, arengar a las masas contando convicciones y pensamientos como si fueran verdades absolutas. Saludos
    Ana

  11. lagarillo dijo:

    A mí, lo que me impresiona es eso de parroquiano a secas. Yo no conozco a nadie que no esté influenciado de alguna manera por algo que le haya acercado a Dios y a la Iglesia, pero desde siempre, desde hace 20 siglos. Bien sean los cursillos de cristiandad, las catequesis de San Felipe Neri, o las catequesis que daba el cura fulanito que, concretamente a mí, me motivaron mucho, o el ejemplo de mis padres, o el de mi abuela. Es decir, nadie es católico a secas; nadie es parroquia sin apellidos: todos tenemos nombre y apellidos, Así que yo bendigo a todos, abro los brazos a todos, y me siento feliz y contento cuando comparto con todos una misma fe, vengan de donde venga, se llamen como se llamen y tengan el color de piel que tengan. No me importa, porque detrás de todos está Jesucristo resucitado, y en la Iglesia cabemos todos. Bendito sea Dios que nos llama a todos por caminos diferentes para compartir una misma fe con todas su riqueza.
    El problema es que no aditimos a los demás. Que unos se creen superiores a otros, y que hay incluso obispos que le hacen la vida imposible a algunos movimientos como pasa en Almería con los neocatecumenales que estuvieron perseguidos hace años, y hoy estan ninguneados. Esa es la trise realidad: muchos párrocos que imponen una pastoral ciega sin atender a la riqueza de su entorno en aras de un servilismo a una jerarquia, digamos que «dormida». Pero en fin, ya digo lo importante es la fe, y celebrar con todos esa fe a pesar de los pesares y a pesar de muchos jerarcas,.

  12. Alvaro dijo:

    Cristo nos hablaba del buen pastor y de sus ovejas, de cómo él las conoce por su nombre y ellas le escuchan.

    Ahora, da la sensación de que no hubiese pastor y ovejas sino pastor de cuatro ovejas y, aparte, una comunidad de churras, otra de merinas trascendentes, la hermandad de ojaladas de lana larga, la de carneros orantes, etc, etc, etc… algunos de los cuales se organizan sin pastor porque van a lo suyo o porque los pastos a los que suele llevar el pastor a sus ovejas no satisfacen sus delicadas expectativas.

    Es curioso: antiguamente había más bien pocos carismas, pocas vocaciones: estaba la vida sacerdotal, la monacal (ciertamente, con una cierta variedad de órdenes y congregaciones), la misional, la conyugal… poco más. Ahora, a todo eso sumamos cientos, si no miles, de carismas y movimientos, tal vez demasiados.

    ¿Y por qué digo que demasiados? ¿En qué consiste el exceso? Desde luego, todos estos movimientos no han surgido por nada sino que responden a una necesidad, vienen a cubrir una forma de espiritualidad que no estaba cubierta antes por ninguna comunidad previa (no tendría sentido reinventar la rueda una y otra vez, creando muchas veces movimientos calcados unos de otros), y tiene sentido que aparezca actualmente una mayor variedad espiritual ya que la propia población es cada vez mayor en número, y de cultura y formación también cada vez mayor y más variada.

    El problema es que resulta difícil concebir que con tanta variedad de movimientos como ya existen se haga necesario crear movimientos nuevos, que las necesidades espirituales de las personas no puedan ser satisfechas por los movimientos que ya había, y eso me lleva a una reflexión:

    ¿Podría suceder que esta explosión de movimientos sea de algún modo reflejo de ese hedonismo que intoxica nuestras sociedades? No me refiero, obviamente, a que en estas comunidades se desarrolle una vida decadente, sino a que puedan responder a un pensamiento que busque respuestas excesivamente específicas, rechazando todo aquello que se nos ofrezca que no coincida exactamente con lo que buscamos, algo así como un sibaritismo espiritual.

    Así, habríamos pasado del que simplemente toma «café» y elige entre tomarlo solo o con leche y con o sin azúcar, al que toma café, pero cuidando de que sea de tal o cual variedad de grano, con tal o cual mezcla de natural y torrefacto, agregando sólo leche de una procedencia concreta y a una temperatura específica, y con la cantidad exacta de tal o cual azúcar o edulcorante, mostrándose insatisfecho si su café no responde a sus expectativas concretas (y claro, ¿por qué va a tomar una malta cualquiera teniendo SU café?).

    Por cierto, ser tan tiquismiquis con la comida se considera actualmente una forma de gula (que no es sólo comer mucho), y eso es un pecado capital. ¿Podríamos estar asistiendo a una suerte de «gula espiritual»?

    En fin, todo esto no son más que reflexiones que me hago, con las que no pretendo afirmar ni negar nada sobre los abundantes movimientos que existen en el seno de la Iglesia (y que en su gran mayoría desconozco, cosa lógica ya que su número abruma). Simplemente me pregunto si no estaremos asistiendo a una inútil y gratuita disgregación interna de la Iglesia, con la aparición de múltiples círculos, más o menos reducidos, que se cierran unos a otros, derivando en una proliferación de «iglesias» similar a la que existe en el mundo protestante.

    Un saludo.

    • J. Ronaldo de la Roca dijo:

      Coincido con su percepción y temor. En mi país, la Conferencia Episcopal ha creado una pastoral especìfica: «Los nuevos movimientos laicales», precisamente para intentar organizar y orientar estos innumerables «brotes grupales». Aquí han comenzado a proliferar también las llamadas «comunidades», grupos de laicos seglares que se reúnen ya no en un salón parroquial, sino que – incluso – arrendan sus propios y particulares espacios físicos. Hay un «dirigente» fundador, que eventualmente organiza una especie de Consejo Directivo de tal comunidad. Tienen sus reuniones (2 – 3 veces por semana), en donde existe «prédica – alabanza – sanación». Cada quien va a su propia parroquia, casi exclusivamente para asistir a la misa dominical de precepto. Lo que usted dice: una especie de «iglesia particular». Algunas de tales comunidades tiene un «sacerdote asesor» (?) el que eventualmente celebra misa con los miembros de tal comunidad (la parroquia, totalmente desestimada).
      A mí «me dan cosa» pues generalmente la tal prédica la hace un laico (no necesariamente con formaciòn «académica seria» (alguna licenciatura en teologìa, ciencias religiosas o algo equivalente)..
      La multiplicación es hermana de «la división». Me apena que el dicho popular se esté haciendo una triste realidad: «divide y vencerás».

  13. Lorenzo dijo:

    ¿y no será que todos aqui somos de los de Jorge el cura? que tristes son las divisiones en la iglesia. San Josemaría Escriva – fundador del Opus Dei – decía «Jesús, que sea yo el último en todo… y el primero en el Amor»

  14. Santi Casanova dijo:

    Me parece muy interesante lo que planteas Jorge. Yo soy parroquiano raso y también pertenezco a movimientos… No sé muy bien cómo explicarlo. En mi parroquia participo como parroquiano raso y, aparte, pertenezco a una Fraternidad Escolapia. Y creo que, no es que haya que respetar todo, es que todo es necesario. De acuerdo contigo en que siempre hay quien se empeña en catalogar, clasificar… pero es que entre los movimientos pasa lo mismo: estos kikos, estos escolapios, estos jesuitas, estos del Opus… Estamos empeñados en no creernos lo de la vid y los sarmientos, lo de los dones varios… y en no recordar las palabras de Jesús: quien quiera ser el primero, hágase el último. Todo lo demás es vano. Yo, si quieres que te diga la verdad, creo que perdemos demasiado tiempo en estas cosas y le damos demasiada importancia. Me cansa twitter, el blog de Cigoña, los teólogos de juan XXIII… Y tirándonos piedras unos a otros… Como si tuviéramos que demostrar que nuestro camino es el bueno y el del otro una ´vergüenza. Yo, personalmente, he encontrado riqueza en todas partes y en todas partes he aprendido y me he llenado de Dios. Tal vez porque Dios está en todos y porque camino, lo que se dice camino, sólo hay uno: Jesús.

    Un abrazo fuerte (@scasanovam)

  15. Carmen López dijo:

    Los movimientos son un regalo que el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia. Y hacen un bien extraordinario. No entiendo esos comentarios críticos. Jorge, un día quisiera hablar contigo despacio sobre esto, pero en persona. Creo que merece a pena.

    • Alvaro dijo:

      Creo que debería releer los matices con los que abre D. Jorge la entrada, en los que deja bien claro que no tiene nada en contra de ninguno de los movimientos.

      D. Jorge parte de algunos comentarios en Infocatólica en los que algunos miemros de algunos movimientos denostan a quienes no pertenecen a ningún movimiento, desprecian a la parroquia como tal por considerarla inferior a los movimientos y, en definitiva, hacen una demostración de orgullo y soberbia bastante fuera de lugar.

      Y a eso va la entrada: siempre que los movimientos acerquen a Dios y hagan crecer en virtud, bienvenidos sean, ya que los caminos de Dios son infinitos y, por descontado, pueden incluir a todos estos movimientos. El problema viene cuando la pertenencia a uno u otro movimiento provoca la soberbia de sus miembros (que se sienten superiores a los demás), provoca la enemistad (con movimientos que se ven como «rivales» y a los que se desean males), la ilusión de autosuficiencia (por la que creen posible mantener su espiritualidad aislados del tronco, que es la Iglesia) o, en definitiva, la división interna de la Iglesia en multitud de movimientos inmiscibles entre sí y que acabarían dejando un panorama similar al que ofrecen las «iglesias» protestantes, cada uno de su padre y de su madre.

      Que los movimientos reconocidos por Roma son una bendición del Espíritu Santo, creo que todos lo tenemos bastante claro, pero que se deben manejar con precaución para evitar que se endiosen, también.

      Un saludo.

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